(Puerto Peñasco, Sonora)
Aquí sigo, sentado frente al mundo;
deseando que la inmensidad del mar me consuma
y me convierta en polvo.
El agua salada duele, quema, sana.
Me libera de todo aquello que la vida me arrojó
en jugadas orquestadas; en un acto de ceguera,
en corazones ajenos.
La soledad me persigue y tu supervivencia
aniquila mis deseos, mis anhelos.
La realidad: te necesito.
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