viernes, 20 de abril de 2012

Ella

Al nacer:
Vi a mi madre y no pude evitar llorar. Un golpecito y mis pulmones se ajustaron, se alinearon y comencé a respirar. Bajo mi brazo, no había nada, nunca hubo nada de provecho.
Me hice de un aliado. Dicen que todo lo cura. Con él crecí, el juego de la vida me empezó a llamar.
Es corta mi edad, pero así como para amar, para dudar tampoco hay fecha.
Falta un paso. Terminar de crecer. Quizás multiplicarme y por fin morir. Tal vez el ciclo interrumpí, creo que tus manos se instalaron en mí.
Me acostumbré a tu mirada, que lloré, porque me hizo volver a nacer. Si me he de multiplicar, si me he de desvanecer, no preguntes, sólo déjate llevar, que bajo el mismo techo algún día será...
DANAQ


jueves, 19 de abril de 2012

Fuerte

Nuestro cuerpo en gran medida es agua y eso la convierte en vida, nuestra vida. En su ausencia, poco habría qué hacer por la supervivencia de nuestra raza, esta raza que cuesta resistir. Así, semejante a una ironía, el agua es vida que puede golpear hasta matar, así como el agua que choca contra los barrotes, como el agua que golpea los muros y los derriba, como el agua que te roba el aire y te asfixia o aquél agua que retienes y te mata.

El alma en gran medida es amor y lo convierte en la razón de la existencia. Si no alimentamos el alma con él, poco habría qué hacer por nuestra almas, esta alma que cuesta detener cuando se afana en emigrar al ser golpeada. Y nace nuevamente una ironía, porque el amor puede doler, doler hasta matar. Así como el amor que te confunde, así como el amor que te ilusiona y no es más que un juego de palabras en tu mente. Así como el amor que te traiciona. A diferencia, el amor no se puede controlar, no se puede embotellar, jamás lo podrás manipular.

No queda más que sentir. Sentir y si es preciso, morir.
Como el agua que golpea los barrotes

Fotografía: Dámaris Robles



martes, 10 de abril de 2012

Ciclos

"En algunos años, cuando tu nariz sea más grande y hayas dejado de utilizar brackets, te echarás la mochila al hombro para escalar alguna pirámide. En algunos años, cuando tu felicidad sea inversamente proporcional a tu abdomen, te olvidarás de las redes sociales para socializar en una alberca salada con la niña de tus ojos. En algunos años, cuando tus ojeras se vuelvan rumor y duermas del lado izquierdo de la cama, ya no importará si afuera hace frío o calor. En algunos años, cuando no importe la hora del día, cuando la hora de comer, la hora de dormir se vuelvan compañía, serás completamente feliz al descubrir que ya no tienes que viajar solo más. No más".