Lo vi sollozar de pavor porque me quedé a una mirada de ganar, de cambiar, de darme otra oportunidad, sin prometer para demostrar. Hoy vuelvo a la tempestad y toca mis hombros fríos y pies descalzos y me grita socarrón: "no le importa más. Gané".
¿Revancha? Contador, discúlpame pero no lo sé. Hay cosas que ni el tiempo puede solventar.
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