Tengo miedo de escribir. Mis piernas se entorpecen por enfrentar la realidad, pero vaya, siempre me ha gustado cantinflear. Un poco, tal vez.
Necesito, ruego, pido al señor del cielo, que tome mi alma si es preciso, que me parta en arrebatos de dolor, si a cambio me da el placer de ver que nunca, nunca atravieses el mar de sentimientos fríos que ahora tengo, fríos de tus caudales.
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