domingo, 18 de marzo de 2012

Imagino...

Me gusta pensar que a la hora de abandonar este cuerpo para dejar volar el alma, en aquél punto de nuestras vidas en que Dios nos mecerá en sus brazos y por fin, la calma abrazará al corazón, volveremos a ser niños.

Sólo de esa manera, podremos dejar de preocuparnos, podremos ser libres, podremos disfrutar sin pensar en el futuro...

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